GUSTAVO VÉLEZ
(b. 4 de octubre de 1975)
La pasión de Gustavo Vélez por la escultura se desarrolla a temprana edad, desde que era un niño tenía la certeza de lo que el destino le deparaba: El arte. Partió muy joven de Medellín (Colombia), su ciudad natal y desde hace más de 25 años desarrolla sus esculturas en los laboratorios y fundiciones de Pietrasanta, Italia.
Su obra ha sido exhibida en ciudades como Dubai, Singapur, Seúl, Shangai, Beijing, Tokio, Utsunomiya, Yokohama, Madrid, La Baule, Mónaco, Pietrasanta, Roma, Milán, Florencia, Quito, Guayaquil, Ibagué, Medellín, Cartagena, Ciudad de México, Lima, Alabama, Miami, Houston, Ciudad de Panamá, entre otras.
En el año 2013 se convirtió en el artista más joven en ser elegido para intervenir la emblemática Piazza del Duomo y la Chiesa di Sant`Agostino de Pietrasanta, localidad italiana considerada cuna de artistas. Este evento cuenta en su nutrida historia con artistas como Igor Mitoraj, Luciano Vanji, Novello Finotti, Gio Pomodoro, Fernando Botero, Manolo Valdez, entre otros.
Museos como el Marino Marini de Pistoia, Museo de Arte del Tolima, Museo de Arte Moderno de Cartagena, Museo Bernard Boesch, Museo de Bellas Artes de Montgomery, Deji Art Museum de Nanjing y el Museo de la Ciudad Imperial de Zhengzhou han exhibido las esculturas de Vélez. Por su parte, ll Museo dei Bozetti tiene el boceto de “Hipercúbicos” una de las obras más reconocidas del artista colombiano, como parte de su colección permanente.
Las creaciones de Vélez, en su mayoría monumentales, se encuentran en colecciones alrededor del mundo tales como el Hiki Hospital en Utsunomiya y el Akasaka Palace bldg de Tokio, Japón; el Raffles Hotel de Shenzhen y el Ritz Carlton de Nanjing en China; el Museo de Arte Contemporáneo de Guayaquil (Ecuador), el Art Valley (Seúl, Corea), Museo Dei Bozzetti (Pietrasanta, Italia) y la sede de Apple INC en San Diego (California, USA), entre otras. En Colombia, sus esculturas pueden ser apreciadas en la Universidad Pontificia Bolivariana, la Estación del Metro de Sabaneta y la Estación del MetroCable de Santo Domingo en Medellín. También en los Parques principales de los Municipios de Bello y Fredonia, así como en la Gobernación del Tolima y el Museo de Arte del Tolima de Ibagué.
En los últimos años las casas de subastas Christies, Sothebys y Phillips han incluido las esculturas de Vélez para las subastas de arte latinoamericano en Nueva York y sus obras han sido subastadas satisfactoriamente.
La trayectoria artística de Gustavo Vélez y sus aportes a la cultura han sido condecorados con importantes distinciones como la “Orden al Gran Caballero”, otorgada por el Congreso de la República de Colombia; la “Orden de la Democracia Simón Bolívar” en el grado Cruz Oficial, por parte del Congreso Colombiano; la “Estrella de Oro de la Cultura de Antioquia” de la Asamblea de Antioquia; la “Orden al Mérito don Juan del Corral” Grado Oro por parte del Concejo de Medellín y la “Medalla al Mérito Educativo y Cultural Porfirio Barba Jacob” Categoría Oro otorgado por la Alcaldía de Medellín.
Sus proyectos más recientes son la elaboración de una obra monumental de 16 metros de altura, realizada en acero, que se instalará en Forte dei Marmi, Italia. Así como la preparación de una muestra itinerante que iniciará el próximo año en los aeropuertos de Pisa y Florencia. Además, instalará una escultura monumental en la glorieta principal de acceso a la meca de la escultura mundial, también llamada “La pequeña Atenas”, Pietrasanta. En el 2024 fue invitado para exhibir sus esculturas monumentales en Suiza. Bad Ragatz recibirá las obras monumentales de Gustavo para ser instaladas en los puntos más representativos de Ciudad que es reconocida por su movimiento artístico.
Materia y Forma que trasciende al infinito.
Por Luz Botero.
Al observar con detenimiento las formas y ritmos de las esculturas de Gustavo Vélez nos damos cuenta de que se trata de un artista que conoce muy bien su oficio: Estudia la materia mediante la ejecución propia para no perder esa conexión entre lo maleable y lo abstruso, entre el ruido de sus herramientas y la musicalidad perceptible, entre el pesado bloque y la levedad exaltada, entre el trazo bidimensional preconcebido y la transformación volumétrica. Todas estas relaciones son invocadas por la naturaleza física y espiritual del escultor y el continuo ritual dentro de su templo místico, como lo es su taller.
Con su paso por Toscana y estableciéndose en Pietrasanta, ha asimilado minuciosamente la tradición de los grandes maestros y de las escuelas de arte italianas. Cautivado por los fascinantes tesoros del arte renacentista, esparce por el mundo ese legado de historia artística y lo traduce a la simplicidad de la forma y del movimiento, a una profunda sensualidad, con una metáfora propia que lo connota de identidad. “La técnica no ha cambiado y eso me hace evocar los grandes momentos del arte, por eso insisto que es un deleite tallar una piedra noble como el mármol y una alegría infinita darles forma a mis sueños”.
Pero más allá de esa tradición se puede también percibir la pasión y el trabajo incansable que heredó de sus primeros maestros: Sus padres. Una experiencia con la que aprende a dominar la práctica artesanal, a desarrollar su vocación y creatividad con el metal, a materializar sus sueños, pensamientos y sentimientos. Fue el inicio de su libertad creativa y de la liberación de su energía plástica, de jugar con la línea figurativa para hacerla abstracta y conceptual. Esta conjugación de lo cultivado en sus orígenes y su rigurosa formación académica al lado de importantes escultores lo ha llevado a evolucionar entre la contemporaneidad y el arte clásico, con resonancias atemporales que van más allá de lo físico, con impactantes creaciones convertidas en mármol, bronce y acero.
La elección de estos materiales duraderos e imperecederos tienen una justificación y es que, para tanto esfuerzo y pasión, es mejor que sus memorias queden en el tiempo y la obra perdure y sirva como legado en nuestra historia. De esta manera, Vélez los selecciona, ya que cada uno tiene una temperatura diferente que envuelve delicadamente el significado: “El bronce…es un metal cálido que permite la creación de líneas armónicas y fluidas de mi geometría intuitiva”. Con el mármol “descubro que lo infinito es una meta abstracta que me atrae para continuar en el éxtasis constante de la creación”. Y acerca del acero, el artista lo describe como “una técnica que permite que la forma se funda en el espacio, regalando inquietantes transformaciones por los cambios naturales de la luz”. Por eso, sus esculturas son tan pesadas y livianas. Hay algo muy sutil, con movimientos, pliegues, curvas, líneas rectas y texturas… y es que en realidad se puede hacer eso con el material, pero se puede hacer cuando el artista lo conoce bastante y le es fiel, y fiel significa que le dedica toda su vida. La materia tiene vida y va contándole al artista sus secretos para llegar a crear piezas refinadas y puras.
De esta manera se puede percibir que, en la obra de Gustavo Vélez, el concepto de dimensión ha sido moldeado y tallado por la indagación de la forma, el deseo de perdurabilidad, en la delicadeza del arte renacentista, en los contrastes entre luces y sombras del barroco, en la naturaleza de sus materiales, en sus contorsiones y en el afán de movimiento que impregna musicalidad y sensualidad, en la pureza de las líneas de la abstracción geométrica, en su proceso creativo y apasionado por un oficio que hace que la escultura se vuelva leve y flote en el espacio como “una provocación del infinito, como energía cósmica”.